Soplo cardíaco es un concepto que en algunas personas provoca temor y que, sin embargo, en otras causa el efecto contrario porque tienen la idea de que es un trastorno banal. Lo cierto es que son muy comunes en los niños muy pequeños, más de la mitad tienen uno y no suelen tener ninguna trascendencia; son los denominados soplos inocentes o funcionales.
Pero hay otros que son patológicos o anormales, aunque no significa que sean severos y precisen de tratamiento; en muchos casos basta con un seguimiento. La incidencia de éstos aumenta con la edad.
“Lab-dab, lab-dab”, son los sonidos pares que gráficamente describen los sonidos normales del corazón. El primer “lab dab” es el que producen la válvula mitral y tricúspide al cerrarse. El segundo lo causan las válvulas aórtica y pulmonar al cerrarse inmediatamente después. Cuando se produce un sonido durante ese ciclo similar a un susurro o una turbulencia, puede tratarse de un soplo. Generalmente, el médico lo detecta con su estetoscopio.
¿Debemos preocuparnos si nos dicen que tenemos un soplo en el corazón? Si el soplo es funcional o inocente, la respuesta es no, pero si es patológico, hay que ofrecer una explicación más prolija.
La edad es el primer factor a tener en cuenta. En los niños lo habitual es que se trate de un soplo inocente. No requiere tratamiento ni cambios en el estilo de vida. Lo habitual es que desaparezca a medida que crece. Si persiste, es aconsejable practicar una ecografía para descartar que exista algún cortocircuito entre diferentes cavidades cardíacas o de grandes vasos.
No es así cuando aparece en un adulto: “Generalmente, los soplos en los adultos no suelen ser inocentes, debe de haber alguna razón”, aclara el presidente de la Sección de Valvulopatías y Patología Aórtica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), José Rodríguez Palomares.
En consecuencia, el momento en que se ha instaurado el soplo es otro elemento revelador: “Si es de nueva aparición, podemos pensar en que es patológico”. Los soplos no inocentes aumentan en proporción a la edad; así, entre el 30 y 40% de las personas de más de 70 años puede tener uno, aunque no significa que sea severo.
Este tipo de soplos patológicos son fruto de una alteración orgánica o cardíaca; ese ruido que se escucha por el fonendoscopio se crea cuando la sangre pasa con una mayor velocidad de una cámara del corazón a la otra (por ejemplo del ventrículo izquierdo a la aorta).
Sucede así debido a una alteración de las válvulas, bien por una estenosis (estrechez) bien porque no se abren y se cierran de forma adecuada, o a causa de una enfermedad no cardíaca, ya que alteraciones como el hipertiroidismo y la anemia pueden aumentar temporalmente el flujo sanguíneo. En estos últimos casos, suelen ser soplos ligeros y el tratamiento se ciñe a la enfermedad de base.
En el caso de que exista poca afectación valvular o cardíaca, su detección suele producirse a través de un reconocimiento médico o debido a síntomas como palpitaciones o cansancio.
Los soplos más graves que obedecen a lesiones valvulares causan un empeoramiento de los síntomas a medida que aumenta la progresión de la valvulopatía. La presencia de una coloración azulada en la piel o las puntas de los dedos (cianosis), falta de aire, mareos o sudoración intensa con poco esfuerzo, son algunas de las señales que se pueden observar.
Tratamiento
Si el soplo cardíaco se debe a un problema de las válvulas o a otros defectos del corazón, podría ser necesario administrar medicamentos para paliar los síntomas, fundamentalmente diuréticos, o realizar un recambio valvular o cirugía del cortocircuito entre cavidades cardíacas.
En cualquier caso, los resultados de la cirugía suelen ser muy buenos; la tasa de mortalidad es inferior al 2-3% y el pronóstico a largo plazo positivo si se tratan.
Actualmente, se utilizan válvulas metálicas y válvulas biológicas de material orgánico. Las primeras duran toda la vida pero es preciso tratamiento anticoagulante, normalmente Sintrom. Con las orgánicas no es necesario anticoagular pero tienen un promedio de unos diez años.
El tratamiento estándar es una intervención quirúrgica a corazón abierto, que puede resultar peligrosa para pacientes delicados, de edad avanzada o con enfermedades concomitantes. Para ellos, existe otra vía: “Llegamos al lugar donde hay que colocar la prótesis a través de la vía percutánea. Se utilizan las válvulas biológicas, que están plegadas y se abren al llegar al lugar de implantación”.
Factores de riesgo
Los soplos se miden con una escala del 1 al 6. Los de los primeros grados se consideran ligeros o moderados y a menudo sólo ameritan seguimiento con ecografía cada dos o tres años para verificar la situación basa. En los más severos se suele realizar un ecocardiograma mediante el uso de ultrasonidos para establecer con claridad qué válvula está afectada y en qué intensidad.
En ocasiones, la progresión de la afectación valvular, sobre todo la estrechez de la válvula aórtica, se vincula a la presencia de factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión, diabetes y tabaquismo, por lo que un buen control de los mismos puede enlentecer la progresión de la patología.
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